“Todo lo racional es real y todo lo real es racional” (Hegel)
Manila, 29 de mayo de 2004.
Con harto dolor de mi corazón, y sin demasiados conocimientos de filosofía, me atrevo a discrepar del muy ilustre Hegel. Tamaña osadía tiene fundamento en la mera observación de … ¿la concreta realidad que me toca vivir? Esperemos que lo que vivo sea real, no me gustaría pecar de cartesiano.
En este país estamos sufriendo los últimos estertores de las elecciones habidas el pasado 10 de mayo. Se nos está acabando la tragicomedia electoral. Los tintes trágicos los da la cantidad de sangre derramada. La faceta cómica viene de la mano de quienes denuncian la limpieza de las elecciones en sí.
De lo primero da cuenta el incremento de la tasa de mortalidad que va aparejada al proceso electoral. La macabra cuenta, no es nimiedad, se sitúa por encima de las 100 personas. Para acabar con un rival político hay dos vías: la primera, la derrota electoral que resulta difícil de discernir; la segunda y más expeditiva, es la pistola. Es la pólvora quemada quien dirime y proclama vencedores y … víctimas.
Si el señor Marx, me refiero al del puro con andares agazapados, pasase por esta escena, tendría material abundante para hacer chirigota durante años sin término. Como muestra, un botón.
El partido de uno de los presidenciables contendientes (KNP) acusa al partido de otro de los contendientes (KKKK) de amañar las elecciones con la compra de votos; para ello presenta un testigo “de cargo”.
El testigo en cuestión afirma que: perteneciendo activamente al partido KNP, recibió mil (1.000) pesos de manos de miembros del partido KKKK para que votase al candidato de este último partido. El testigo, harto sagaz, emitió su voto a favor de un tercer contendiente.
Puede resultar chocante, pero la noticia apareció en el “Philippines Daily Inquirer” de Manila, el pasado jueves 20 de mayo.
Permítaseme aclararlo, de nuevo, su voto no fue ni para el candidato de su partido ni para el candidato que le compró el voto, sino para un tercero.
Este fulano es uno de los testigos de cargo.
Que venga Hegel y que me vuelva a explicar lo de la racionalidad y la realidad.
Como diría don Miguel de Unamuno, esto es como aquel sargento de artillería que explicaba que los cañones se construían tomando un agujero y recubriéndolo de hierro.