Wednesday, June 16, 2004


Comunidad 2004 Posted by Hello

LUPANG HINIRANG (“Patria de amores”)

Manila, 16 de junio de 2004.

A lo largo de estos días me han sucedido bastantes cosas, pero tranquilos, ninguna mala.

El día 10, alrededor de las 6 de la tarde, mientras yo estaba en una reunión, se presentó una persona preguntando por mí. Al terminar la reunión, a eso de las 6:30, me encontré con el mentado personaje.
Resultó ser una persona amable y bastante amanerada. Cuando le pregunté en qué podía ayudarle, comenzó a soltarme una historia larga y pormenorizada. Al instante, me dije: "¡atención un 'sableador'!".
Así resultó ser. Pero lo que pedía resultó tan original que me incliné a atender sus demandas.
Simplificando el argumento, el coche en el que viajaba hacia Cavite se le averió y tras llamar a un mecánico y recomponer el vehículo le quedaba por añadir aceite a la caja de cambios y, como no tenía dinero, venía a ver si le podríamos ayudar.
Curiosa historia, ¿verdad? Es la primera vez en mi vida que me ocurre.

Al término de la novelada historia, le dije: “vamos a comprar el aceite que necesita” Fuimos caminando hasta la gasolinera más cercana y allí que le compré 2 litros del tan preciado y viscoso líquido. La novela me costó 204 pesos.
Finalizada la transacción y cuando yo ya me despedía del interfecto, éste me volvió a interpelar pidiéndome otros 20 pesos para ir al lugar donde estaba el vehículo. Accedí a ello. Él me prometió que me devolvería el dinero.
Como no especificó el “cuando”, aquí estoy esperando. ¡La esperanza nunca se pierde!


Dos días más tarde, el 12, resultó ser fiesta nacional. Se celebraba el aniversario de la independencia de Filipinas. El acontecimiento es memorable en sí mismo, pero ¿qué pensaría D. Emilio Aguinaldo y los cerca de cien signatarios de la declaración de independencia de Filipinas si levantasen la cabeza? ¿Qué escribiría el Dr. José Rizal quien, en su “El Filibusterismo” animaba a la juventud manileña a utilizar el Tagalog como lengua propia y apropiada, si viera ahora el trato que se le da?

Mucho me temo que en este país, Lupang hinirang, todavía queda mucho, muchísimo, por hacer para honrar las aspiraciones e ideales de quienes hace 106 años declararon la independencia de este hermoso, por sus gentes y paisajes, archipiélago.
Dar razón de esta mi opinión resultaría largo y, sabiendo, éste no es espacio adecuado para ello, con la venia de sus señorías, omitiré los argumentos.


El lunes, día 14, empezaron las clases y con ellas volvemos a la normalidad. El ambiente en casa es bueno y parece que la gente tenía ganas de volver a la rutina cotidiana.
De paso, adjunto una foto de familia con todos los miembros, a excepción de los perros.

Wednesday, June 09, 2004

Cuestiones de transcendental importancia.

Manila, 8 de junio de 2004.

El día ha amanecido lluvioso, no en vano el tifón “Frank” estaba todavía dando guerra en el área de Luzon.
Durante todo el día el cielo ha estado cubierto y no hemos podido observar el paso de Venus por el Sol. Por la tarde el temporal ha amainado.

Por aquí seguimos sin saber quién es el Presidente electo. Los miembros del Senado no se fían de los resultados ofrecidos por el tribunal electoral y ahora están revisando las actas de las elecciones. Los miembros de la oposición miran las actas con lupa. La verdad es que no les falta entretenimiento ya que hay “errores lógicos” por doquier.
Mientras tanto el país sigue el diario quehacer en medio de rumores de posibles golpes de estado o acciones revoltosas.

En la primera página del “Inquirer”, de hoy, había dos fotografías que marcan la realidad nacional. En una de ellas se veía a dos senadores de la oposición mirando al trasluz una de las actas electorales para descubrir posibles “retoques” en los resultados.
En la otra fotografía, un grupo de escolares de secundaria hacían una protesta, bajo la lluvia (una variación del “Singing on the rain” pero en versión nacional, “Striking on the rain”), para denunciar el lamentable estado del sistema educativo.

Pero lo más “impactante” ha sido una carta de un lector harto preocupado por la escatología (entiéndase en sentido teológico) aplicada a los animales. Adjunto el original.

"I've been... hoping to find a book you might have written that discusses the passing away of pets/animals. I haven't found any yet. I'd like to know if you do have a book on this.
'I lost my 10-year-old dog whom I loved dearly. She was very special to my family and me. It may sound absurd, but I'm worried about how she is, where she is, if she's happy, etc.
I'd like to know if dogs have souls, and if they do, where do they go after passing away? Do they wander around? Do they get to see those who took care of them? Do they have their own heaven? Or is there only one heaven where dogs are also welcome?'


El autor de la columna, “Inner awareness”, decía a continuación: “This is the first time anybody has ever asked me these questions.

En un país en el que hay tan lacerantes contradicciones, resulta interesante descubrir personas con tan elevada sensibilidad por otros seres vivientes.
El planteamiento de cuestiones de transcendental importancia es un ejercicio de profundo humanismo.

Monday, June 07, 2004

¡Pobrecito Sísifo! Otro comienzo de curso.

Manila, 6 de junio de 2004.

Ya han llegado las lluvias. Este fin de semana está siendo pasado por agua. No son aguaceros pero, en los últimos tres días salvo algunos intervalos, no ha parado de llover.

Hoy me decido a dar cumplido homenaje a los padres y madres. Todos deberían ser declarados santos.

El nuevo curso escolar ya asoma las orejas tras la esquina que bordea este domingo y mañana lunes.
Mis “niños”, que aunque talluditos lo siguen siendo, han ido llegando a casa como fuego graneado, uno por uno, y como llovía pues había que ir al puerto a buscarles. Hoy ha llegado el penúltimo de ellos, con él hacen 17. ¡Dios mío, que parto tan laborioso!

Durante esta semana pasada han ido a matricularse a sus correspondientes lugares y cada día a alguno le faltaba algún requisito estratégico para cumplimentar su matriculación. Que si la foto, que si el certificado de notas de los estudios anteriores, que si la “póliza redonda”,… que si esto, que si lo otro.

Que a ellos les falte el requisito no es el problema. El inconveniente es que me venían a contar a mí sus cuitas. Con uno, o cuatro, hijos no es demasiado; pero con 17 … y además “putativos” …
Que si vete a llorar al decano de esta facultad, que si llama por teléfono a la Secretaría de la otra facultad, …

Hoy ha sido la puntilla y el descabello. Tenían que comprar los aperos de la labranza escolar. Que si el “boli”, que si los cuadernos, … ¡Gracias a Dios que no necesitan uniforme!
¿Os imagináis a mis chicarrones vistiendo uniforme escolar? Por lo menos habría razones para la risa.
Hemos salido en plan regimiento. Hemos llegado al centro comercial más cercano y había una gran aglomeración de gente, especialmente de escolares. Todos los padres y madres de Manila estábamos allí. Primero, peleándonos por encontrar plaza de aparcamiento. Después, luchando a brazo partido contra la marabunta para mantener a toda la familia unida, Después con cada uno de los “niños” que se paraba a curiosear no sé que chuchería que había por los mostradores. Para terminar, el frente de la feroz batalla se desplazaba a las cajas, donde al final de la larga cola de paganos se atisbaba la señorita que llevaba todo el día pasando el lector de barras por todos y cada uno de los artículos.
La aplicada cajera mostraba cara como de cansancio.
Pero la más terrible de las batallas, la madre de todas las batallas, estaba por empezar. Llegados a la caja, los artículos iban pasando uno a uno y el totalizador de la máquina del sablazo iba en frenético “crescendo”. Pasa el último artículo y la cuenta final.
Para fechas como estas en todas las cajas debían poner una butaca para que el pagano se siente cómodamente y, de este modo, cuando le pasan la dolorosa cuenta, en el desmayo, no se dé un cabezazo contra el mostrador o contra el suelo.

Para amortiguar los efectos del dolor de billetera, yo me he decidido a pagar con tarjeta de crédito. Me he negado rotundamente a mirar el total del recibo. Lo dejo para mañana. Las amarguras conviene dosificarlas.

Acabada la madre de las batallas, comenzaba la batalla de las madres. Tras “aflojar el parné” había que reunir la prole para iniciar el regreso a casa. Cada vez que alcanzaba a juntar la camada, a alguno le daban ganas de orinar.
Vale, vete al servicio y no tardes que hay que preparar la cena”.
Cuando uno regresaba, a otro que permanecía en el grupo le surgía la fisiológica urgencia.
Acabada la espera, entre apretones y empujones, había que volver a la apreciada plaza de garaje. Todos al coche. Vuelta a casa.

Pobres padres y madres, se nos han acabado las vacaciones, si es que han empezado en algún momento. Tenemos por delante todo un curso escolar, ¡ánimo muchachos! Ya sólo quedan por pagar las mensualidades y los libros; ya sólo queda bregar cotidianamente con los “niños”; ya sólo queda poner la velita al “Niño del Buen Remedio” para que la cosecha de calabaza sea lo mas yerma posible; ya sólo queda un año para que comience el próximo curso escolar. ¡Sólo quedan 364 días de cantinela “Anda, niño, estudia”.

Pobre Sísifo, que aburrido tenía que estar con la impertinente piedrecita rodadora.

Thursday, June 03, 2004

Vaya a la ventanilla 25. Vuelva usted mañana. Epílogo.

Manila, 2 de junio de 2004.

Aunque todavía no he terminado de hacer el indio con los papeles de los indios (cf. 29/05/2004), parece que ya se vislumbra un prometedor y feliz desenlace en los próximos 12 o 13 años.

El otro día tras obtener el supuestamente último documento necesario para pasar las “horcas claudinas” de la penúltima ventanilla, volví a la oficina de autentificación, en Malacañang. Una vez allá, puse cara de extranjero despistado (para lo cual no hizo falta demasiado esmero) me colé descaradamente y los papeles pasaron al interior de la oficina.

Vuelva usted mañana

Con obediente actitud, volví al día siguiente y me dieron el preciado documento que decía que la firma del que firma … era de intachable autenticidad. Con los papeles en la mano y dando saltitos de alborozo, emprendí camino hacia el Departamento de Relaciones Exteriores. Allá se encuentra la última ventanilla, ¡el último escollo!

Una vez arribado al ansiado destino, con franciscana actitud (Loado sea mi Señor por el hermano escollo …), de entrada, aprecié que no había “horcas claudinas” sino “guillotinas”.
Con temor y temblorosa mano, introduje la mano en la ventanilla, temiendo que cual “Bocca della verità” mi mano resultase atrapada. Pero no fue así, mi mano no fue retenida por el temido funcionario.
No fue mi mano, sino todo mi ser quien fue apresado y guillotinado y …
Me faltaba un papel. Un poder especial que viene a ser como el famoso contrato de Groucho Marx (“La parte contratante de la primera parte …”)

Loado sea mi Señor por el hermano escollo …

Ahora estoy en reposada espera de los mentados poderes, restañando las heridas de la feroz batalla. Cuando el abogado se aclare de lo que se necesita, me los expedirá y volveré al campo del honor a litigar con tan temido gigante.

Todavía no he terminado de hacer el indio con los papeles de los indios, pero en lontananza se entrevé el final de la odisea.